Los hallazgos técnicos han sido remitidos al Grupo de Análisis de Amenazas (TAG) de Google, una unidad dedicada a contrarrestar ciberataques respaldados por gobiernos. Esta acción conjunta permitió a Google, en colaboración con otros proveedores afectados, como Samsung, lanzar actualizaciones de seguridad. Estas actualizaciones están diseñadas para salvaguardar a miles de millones de usuarios de Android, Chrome y Linux, protegiéndolos contra las tácticas basadas en vulnerabilidades utilizadas en este sofisticado ataque.
Amnistía Internacional ha optado por mantener en reserva el nombre de la empresa, mientras el Laboratorio sobre Seguridad continúa monitoreando su actividad y llevando a cabo investigaciones. No obstante, el ataque exhibió todas las características distintivas de una campaña de software espía avanzado desarrollado por una empresa comercial de cibervigilancia y vendido a hackers gubernamentales para la ejecución de ataques selectivos. Este descubrimiento destaca la importancia de la vigilancia continua y la acción coordinada para contrarrestar amenazas cibernéticas de esta índole.